
May 2, 2025
03 El que sea cae se puede levantar Catequesis 4
Cuando tropezamos, Dios nos extiende la manoTodos hemos tenido momentos en los que sentimos que fallamos. Tal vez dijimos algo que no debíamos, actuamos con egoísmo o simplemente nos alejamos de lo que sabemos que está bien. En esos momentos, es fácil pensar que Dios está decepcionado o que ya no hay vuelta atrás. Pero la verdad es otra: Dios nunca se cansa de perdonarnos y siempre está dispuesto a ayudarnos a levantarnos.La caída no es el finalEn la Teología del Cuerpo, San Juan Pablo II nos recuerda que, aunque el pecado original nos alejó del plan perfecto de Dios, no nos dejó sin esperanza. Cristo vino precisamente para redimirnos, para restaurar en nosotros la dignidad perdida y mostrarnos el camino de regreso al amor del Padre.Cristo ha venido para revelar plenamente el hombre al hombre, dándole a conocer su altísima vocación."— Catequesis del 21 de julio de 1982Esto significa que, incluso cuando fallamos, nuestra vocación al amor y a la comunión con Dios sigue intacta. Levantarse con confianzaLevantarse después de una caída no es solo posible, es parte del camino de todo cristiano. Cada vez que reconocemos nuestros errores y volvemos a Dios, experimentamos su misericordia y renovamos nuestra relación con Él. Es como un niño que, después de tropezar, corre a los brazos de su padre: no hay reproche, solo amor y apoyo para seguir adelante.Hacerlo vidaSi sientes que has caído, no te quedes en el suelo. Busca el sacramento de la Reconciliación, habla con Dios en oración y recuerda que Él te ama profundamente. Cada día es una nueva oportunidad para empezar de nuevo y vivir según el plan de amor que Dios tiene para ti.¿Te gustó este tema? Puedes escucharlo completo en nuestro podcast en Spotify: https://open.spotify.com/episode/6LN47u44kXG9H6m5xlfmj5?si=7cd881711d424a0e
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May 2, 2025
02 No podemos estar solos - Catequesis 3 y 5
Un grito que sigue resonando: “No es bueno que el hombre esté solo”Desde el principio, Dios vio algo que no estaba bien. Después de crear todo con belleza y armonía, hizo al ser humano… y dijo algo sorprendente: “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2,18). Esa frase, tan breve, revela una necesidad profunda que todos llevamos dentro: fuimos creados para la comunión, para amar y ser amados.San Juan Pablo II, en esta tercera y quinta catequesis, profundiza en esa soledad original del hombre. No se trata solo de que Adán no tuviera a Eva todavía. Se trata de algo más profundo: Adán descubre que, entre todos los seres vivos, solo él es consciente, libre, capaz de amar. Y esa grandeza le revela también una soledad: nadie más es como él.La soledad revela que somos únicos… y que necesitamos al otroEsta experiencia de soledad no es algo negativo. Es una etapa necesaria. Porque es al sentirse solo que el hombre se reconoce distinto de los animales. Se da cuenta de que es “alguien”, no solo “algo”. Y es justo desde esa conciencia que puede abrirse a la relación con el otro, no desde la necesidad, sino desde el don.Dios no crea a la mujer como un parche para su tristeza, sino como respuesta a una vocación más grande: vivir en comunión. Por eso, cuando Adán ve a Eva, no la posee ni la usa. La reconoce y la recibe como un regalo. Por fin alguien como él, con quien puede compartir su humanidad.No estamos completos sin comuniónSan Juan Pablo II lo dice con fuerza: el ser humano, desde el principio, está llamado a la comunión de personas. Esa es nuestra verdad más profunda. Y por eso, aunque tengamos mil cosas, si no tenemos amor, seguimos experimentando esa soledad.Hoy más que nunca, en un mundo lleno de ruido y conexiones superficiales, esta verdad brilla con claridad. No fuimos hechos para estar aislados. Nuestro corazón necesita ser visto, escuchado y amado de verdad. Y ese anhelo no es un defecto: es la huella de Dios en nosotros.Hazlo vida hoy: Mira a tu alrededor. ¿Hay alguien cerca de ti que vive una soledad silenciosa? Regálale tu presencia. A veces, una escucha atenta o una palabra amable puede ser el comienzo de una verdadera comunión.¿Te gustó este tema? Puedes escucharlo completo en nuestro podcast en Spotify: https://open.spotify.com/episode/0z9bleEgxRP9O8FXGNlaOu?si=ffb189b3963b434a
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May 2, 2025
01 Volver al principio - Catequesis 1 y 2
¿Qué tenía Dios en mente cuando nos creó?Si queremos entender bien qué significa ser hombre o mujer, no basta con mirar lo que vivimos hoy. Ni siquiera basta con mirar nuestras heridas o nuestros deseos. Tenemos que volver al origen. Porque solo si volvemos al principio podremos descubrir el plan original de Dios para nosotros.Eso fue lo que hizo Jesús cuando le preguntaron sobre el divorcio: en lugar de responder con normas, les dijo a los fariseos: “Al principio no fue así” (Mateo 19,8). Y con esa frase, nos abrió una puerta a algo más profundo. Nos invitó a mirar el corazón de Dios cuando soñó al ser humano, antes de que el pecado dañara todo.Dios no nos improvisó: nos soñó con amorSan Juan Pablo II, en sus primeras catequesis de Teología del Cuerpo, nos lleva justo ahí: al “principio”. Al momento en que el hombre fue creado a imagen de Dios, varón y mujer. Y lo que descubrimos es impresionante: fuimos creados no para estar solos, sino para amar. Para entregarnos. Para vivir una comunión de personas que reflejara la Trinidad.Esto significa que nuestros cuerpos tienen un lenguaje, un significado. No son un accidente. No son algo separado de lo que somos. Nuestros cuerpos hablan del don, de la entrega, de la comunión. Y esto se nota especialmente en la diferencia sexual: ser varón o ser mujer no es un problema que tengamos que resolver, sino un regalo que estamos llamados a descubrir.Lo que vivíamos “en el principio” todavía nos habitaPuede parecer que hablar del plan original es solo algo teórico, lejano. Pero no lo es. San Juan Pablo II dice que aunque el pecado haya distorsionado la imagen, todavía queda en nosotros una “nostalgia del paraíso”. Un deseo profundo de vivir el amor como don sincero de sí.Y por eso, si queremos vivir plenamente nuestra humanidad, necesitamos volver a ese principio. No para quedarnos en el pasado, sino para redescubrir desde ahí lo que estamos llamados a ser hoy. Porque el Evangelio no es solo para curar heridas… también es para revelarnos el gran “sí” que Dios pensó para nosotros desde el inicio.Hazlo vida hoy: Dedica unos minutos a leer el capítulo 1 del Génesis. Imagina que estás ahí, cuando Dios creó al ser humano. Pregúntale: “Señor, ¿qué soñaste cuando me creaste a mí?” Escucha su respuesta en tu corazón.¿Te gustó este tema? Puedes escucharlo completo en nuestro podcast en Spotify: https://open.spotify.com/episode/2PkxRoJa4ASjHw6B3UEXzF?si=58751ee4a4c040d6
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